lunes, 29 de septiembre de 2008

Basta de gente depresiva

Me molesta la gente que vive lamentándose de su vida. Los que se creen que hay una conspiración en su contra, los que piensan que todos viven más felices que ellos, los que se preguntan qué hicieron para merecer la situación por la que están viviendo. No, lo que vivís no es culpa de otros, capaz que tampoco de vos. O quizás si, pero eso no cambia el pasado. Hay situaciones que simplemente tenés que aceptar, son así, no hay vuelta que darle. Son irreversibles. Hay otras que, por el contrario, sí se pueden cambiar. Pero no van a cambiar por el solo hecho de lamentarse, cada uno debe tomar la iniciativa de su vida y ocuparse de buscar las soluciones. Y no, no vas a ser premiado en otra vida por lo que sufriste en esta, y si sos bueno no va a venir una retribución divina que haga de tu vida un paraíso. Las actitudes buenas se deben hacer basándose en tu propia moral, y no buscando una recompensa por hacer el bien. Simplemente sintiéndote satisfecho por no ser hipócrita con uno mismo.

Y sí, la vida es injusta. El concepto de justicia es un concepto humano y subjetivo, por lo tanto según nuestros propios parámetros, la naturaleza siempre va a ser injusta. Pero no merecemos, simplemente somos. Para mí, hay que evitar ese tipo de planteos, que denotan una debilidad de carácter. El intentar que la culpa recaiga sobre otro, o incluso sobre uno mismo. No importa de quién es la culpa, lo importante es quién lo va a solucionar. Si hay posibilidades de llegar a una solución por nosotros mismos, entonces tenemos que esforzarnos para lograrlo. Si la solución depende de otras personas, se debe seguir adelante pensando que hagas lo que hagas, no depende de vos, por lo tanto no tiene sentido preocuparse ni quedarse cruzado de brazos esperando a que caiga del cielo.

Aún así, creo que todos, en algún momento de sus vidas, se han formulado esa pregunta estúpida, sin sentido, que sin embargo permite descargar por momentos los sentimientos de ira e impotencia ante situaciones ajenas a uno mismo. Y admito que tampoco soy la excepción, que también me he preguntado: ¿Por qué a mí? ¿Qué hice para merecer esto?. Pero ya no. Aprendí a aceptarme como soy, a aceptar que ciertas cosas no dependen de mí, y si no me llegan nunca, por más triste que sea, lo tendré que aceptar. Y en aquellas cosas en las que sí pueda influir, haré todo lo posible para mejorar.

[Leer más...]

jueves, 4 de septiembre de 2008

Quitando ladrillos del muro

Nunca te pusiste a pensar qué increíble es el ojo? Una forma perfecta para moverse sin dificultad en casi cualquier dirección, la capacidad de captar infinitas tonalidades de colores, movimiento, dimensiones espaciales... Y la habilidad de captar la atención, de comunicar tantas cosas con sólo una mirada, es realmente asombrosa. Mantener una mirada a los ojos del otro por más de un segundo puede ser un momento incómodo al principio. Uno no entiende el motivo de la mirada, el otro no sabe cómo va a reaccionar ante la mirada el anterior. Pero puede suceder que en un momento todo resulte claro, que las miradas traspasen los ojos y lleguen a entender. Y en ese momento quizás la mirada seria o extrañada se convierta en una mirada amistosa, en una sonrisa, aquella sonrisa que desde un primer momento cautiva, y brinda una sensación indescriptible de felicidad. La felicidad de tener la certeza de que esa sonrisa está pura y exclusivamente dirigida hacia mí.

Y luego, los temores de siempre, completamente irracionales por supuesto, y no por eso menos potentes y paralizantes. Nuevamente el bloqueo cerebral, y la voz que grita en el interior "DECÍ ALGO" y que es peor, porque bloquea aún más. Y finalmente, lo mismo de siempre, seguimos siendo dos desconocidos que se cruzan miradas una vez cada mes y medio, 2 meses. Y el vano intento de ser positivo, de engañarme diciendo "La próxima vez me animo".

Tengo la certeza de que yo mismo construí este muro mental, como defensa, para evitar el rechazo, el quedar en ridículo. Sin embargo, lo que me servía de defensa terminó eclipsando y ocultando mi personalidad. La única manera de escapar a ese bloqueo es derribando el muro, que al fin y al cabo, soy simplemente yo mismo. Esa lucha con uno mismo es difícil y requiere mucha fuerza de voluntad, pero esta vez estoy dispuesto a vencerme porque tengo una motivación, un objetivo concreto y único.

No sé por qué posteo esto. Quizás me arrepienta y lo borre, quizás no lo publique nunca. Pero el simple hecho de haber intentado algo que no se me hubiese cruzado por la cabeza hace no tanto tiempo hace que valga la pena escribirlo. Por más que no lo leas, por más que no te importe.

[Leer más...]

 
Volver arriba